La teología de la paternidad de fe no es una doctrina periférica, sino el eje revelado por el Espíritu Santo desde el principio: Dios no solo es Creador, sino Padre eterno (Isaías 9:6), y su propósito fue tener hijos a su imagen para que lo expresen y gobiernen en su nombre (Génesis 1:26-28). Esta imagen ha sido revelada como una comunión indivisible entre el Padre y el Hijo (Juan 1:18; Juan 17:21-23). No basta con reproducir valores espirituales; debemos reflejar la relación eterna entre el Padre y el Hijo, porque esa es la esencia misma de la divinidad en nosotros (Hebreos 1:3).
Cristo vino como Hijo para hacernos hijos (Juan 1:12), pero también para mostrarnos al Padre (Juan 14:9-10). El ministerio auténtico no consiste solo en levantar discípulos, sino en engendrar hijos ministeriales en los que se vea al Padre. Pablo no fundó iglesias, engendró hijos en Cristo (1 Corintios 4:15), y a Timoteo lo llamó “verdadero hijo en la fe” (1 Timoteo 1:2), porque en él reflejaba no solo al Hijo, sino también la ternura, corrección y firmeza de un padre (1 Tesalonicenses 2:11-12), igualmente Juan en su carta de 3° de Juan 1:4.
El Espíritu Santo no clama “Maestro”, sino “¡Abba, Padre!” (Romanos 8:15; Gálatas 4:6). Esa es la evidencia de la obra interior de Dios: no solo nos conforma al Hijo (Romanos 8:29), sino que nos capacita para transmitir esa imagen paternal a otros. Porque el que ha visto al Hijo ha visto al Padre (Juan 14:9), y quien ha sido hecho padre en la fe, debe reflejar al Padre celestial en su relación con los hijos ministeriales, tal como Jesús lo hizo con los suyos (Juan 17:6-8).
A NADIE LLAMÉIS PADRE: JESÚS NO PROHIBIÓ LA PATERNIDAD ESPIRITUAL (Japonés - Italiano - Inglés)
SECCIÓN ESPECIAL
“Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.” (Mateo 23:9, RVR1960)
Introducción: ¿Contradice Jesús toda paternidad ministerial humana?
Algunos interpretan este pasaje de Mateo 23:9 como una prohibición absoluta, universal y permanente de llamar “padre” a cualquier hombre en el contexto ministerial. Según esa visión, Jesús estaría anulando toda figura paternal fuera del Padre celestial.
Sin embargo, esta interpretación literalista cae en una contradicción interna con el resto del Nuevo Testamento, incluyendo el propio ejemplo de Jesús, las enseñanzas del apóstol Pablo y la totalidad de la revelación progresiva de la Escritura.
Este análisis demostrará que Jesús no prohibió la paternidad ministerial legítima, sino que denunció la falsa paternidad religiosa, usurpadora del lugar de Dios, como era el caso de los fariseos y escribas de su tiempo.
1. El contexto del pasaje: Mateo 23 y los falsos padres
Todo el capítulo 23 de Mateo es una acusación profética contra los escribas y fariseos, líderes religiosos que:
Ataban cargas pesadas sobre el pueblo (v.4),
Amaban los primeros asientos y los títulos honoríficos (v.6–7),
Cerraban el Reino a los hombres y ni entraban ni dejaban entrar (v.13),
Convertían discípulos, pero los hacían dos veces más hijos del infierno (v.15).
En ese contexto, Jesús no está aboliendo el rol de paternidad ministerial legítima, sino desenmascarando a los que usurpan el título sin representar al Padre verdadero.
El uso del término “nadie” en el griego original es μηδένα (mēdena), que no siempre implica universalidad absoluta, sino que puede tener un valor enfático o restrictivo, dependiendo del contexto. En este caso, se refiere a los falsos líderes espirituales que usaban el título de padre para imponerse con arrogancia, pero sin reproducir el corazón del Padre celestial.
2. La Biblia llama “padres” a hombres en múltiples ocasiones
Si Jesús hubiera querido prohibir absolutamente llamar “padre” a un hombre, entonces estaría en contradicción con el resto de las Escrituras inspiradas por el mismo Espíritu Santo.
Ejemplos contundentes:
Abraham:
“Abraham, padre de todos nosotros” (Romanos 4:16)
“Abraham, nuestro padre” (Santiago 2:21; Lucas 16:24)
“Porque te he puesto por padre de muchas gentes” (Romanos 4:17, citando Gén. 17:5)
Pablo:
“Aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio.” (1 Corintios 4:15)
Timoteo y Tito:
“A Timoteo, verdadero hijo en la fe…” (1 Tim. 1:2)
“A Tito, verdadero hijo en la común fe…” (Tito 1:4)
Eliseo a Elías:
“¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!” (2 Reyes 2:12)
Si tomamos el mandamiento de Jesús en Mateo 23:9 de manera literal y absoluta, todas estas expresiones serían pecado o contradicción, lo cual es imposible, ya que la Escritura no se contradice a sí misma (2 Timoteo 3:16).
3. Análisis gramatical y teológico del uso de “padre” en Mateo 23:9
El verbo “llaméis” es del griego καλέσητε (kalesēte), en subjuntivo aoristo, implicando una advertencia contra una acción habitual, ritual o sistémica. Jesús no está prohibiendo el uso del término “padre” en sentido relacional o ministerial, sino el uso religioso como título autoritario que suplanta la voz de Dios.
“Uno es vuestro Padre” es el núcleo del mensaje: solo Dios es la fuente suprema, el origen último, el modelo perfecto. Pero eso no excluye que Dios delegue Su paternidad a través de hombres fieles, como lo hizo con Abraham, Moisés, David, Elías, Pablo, y otros.
Como enseña Juan Andrés Busso: “La paternidad no es una invención humana, es una delegación divina. Y como toda delegación, puede ser mal usada o representada con honra.” (Paternidad de Fe – Mis escritos)
4. Jesús no está negando la paternidad humana, sino la falsa representación del Padre
Recordemos que el mismo Jesús:
Afirma que Abraham es “vuestro padre” (Juan 8:56), pero discierne que algunos no son sus hijos por conducta (Juan 8:39–44).
Revela al Padre celestial, pero también se somete a José como figura paterna (Lucas 2:51).
Corrige el uso hipócrita de títulos como "padre", "maestro", "guía" (v.8–10), pero no elimina la existencia legítima de esos roles.
5. Los apóstoles entendieron la paternidad ministerial como un rol válido y necesario
Pablo fue padre de muchas iglesias, no por ego, sino por responsabilidad ministerial. Afirma:
“¿No sabéis que hemos sido tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos? […] porque os amábamos tanto, que deseábamos entregaros no solo el evangelio, sino también nuestras propias vidas” (1 Tesalonicenses 2:7–8)
“Así como el padre a sus hijos, os exhortábamos y consolábamos a cada uno” (1 Tesalonicenses 2:11)
Esta no es una metáfora. Es un modelo de discipulado con identidad paternal, donde el apóstol no solo enseña, sino engendra, forma, corrige y ama.
6. Los Padres de la Iglesia defendieron la paternidad espiritual
Los primeros líderes cristianos, conocidos como “Padres de la Iglesia”, no entendieron Mateo 23:9 como una prohibición literal.
Ireneo de Lyon (siglo II) habla con honor de Policarpo como su padre espiritual, y destaca que Policarpo fue discípulo directo del apóstol Juan, lo que confirma una línea directa de paternidad desde los apóstoles.
Policarpo de Esmirna, a su vez, no sólo discipuló a Ireneo, sino que también fue un testimonio de fidelidad hasta la muerte.
Ignacio de Antioquía, discípulo de Juan o Pedro, reconocía la necesidad de la paternidad en la fe y exhortaba a la unidad en Cristo como fruto de una verdadera guía espiritual.
Papías de Hierápolis, otro padre apostólico, refiere en sus escritos la importancia de recibir enseñanza directa de quienes fueron testigos de Cristo.
Esto revela que la interpretación hiperindividualista y antiestructura que niega toda paternidad espiritual es moderna, y no tiene base en la tradición apostólica.
7. Dios se manifestó siempre por medio de padres
Desde el principio, Dios usó hombres para engendrar naciones y propósitos eternos:
A Abraham le dijo: “Te he puesto por padre de muchas naciones” (Gén. 17:5)
A Isaac, lo confirma como heredero de la promesa de su padre.
A Jacob, le promete que su descendencia sería como el polvo de la tierra.
A David, le promete edificarle casa, es decir, un linaje de hijos para Dios.
Si Dios no quisiera usar hombres como padres, no habría hablado con ellos como tales, ni los habría establecido como pilares de linaje.
Conclusión: Mateo 23:9 no niega la paternidad ministerial, la santifica
Jesús no prohíbe que existan padres ministeriales, sino que exige que toda paternidad derive del corazón del Padre celestial.
No a los padres falsos, autoritarios, religiosos, que buscan honra y no formar herederos.
Sí a los padres según Dios, que engendran por el evangelio, transfieren fe y carácter, y representan al Padre invisible en la tierra.
Como enseña Juan Andrés Busso: “Quien representa al Padre es un canal de Su paternidad. Quien solo se representa a sí mismo, usurpa el lugar del Padre.” (Frases sobre paternidad)
8. El precedente legal en la Ley de Dios: lo que Dios aprueba una vez, se convierte en patrón legítimo
En el derecho humano, cuando un juez sienta un precedente en un caso, ese fallo se convierte en una referencia obligatoria para decisiones futuras similares. Esta práctica, conocida como jurisprudencia o doctrina legal vinculante, es fundamental en los sistemas judiciales modernos.
Del mismo modo, en la economía espiritual del Reino de Dios, cuando Dios establece un patrón aprobado por Él, este se transforma en precedente divino para las generaciones.
Ejemplo bíblico:
Dios llama a Abraham padre de muchas naciones (Génesis 17:5), y esta afirmación es reiterada como doctrina establecida en el Nuevo Testamento (Romanos 4:17).
Conclusión teológica: si el mismo Espíritu Santo afirma algo desde Génesis hasta Romanos, ese modelo es precedente doctrinal obligatorio, no una simple anécdota.
Por lo tanto:
Si Dios estableció a Abraham como padre ministerial de multitudes,
Si Jesús mismo llama “padre Abraham” (Lucas 16:24),
Si Pablo se autodefine como “padre en el evangelio” (1 Cor. 4:15),
Entonces, la paternidad ministerial es una figura legítima, bíblica y respaldada por el precedente divino.
Negar esto sería como anular un fallo supremo con una simple interpretación individual. Y Dios no se contradice ni necesita retractarse de los modelos que Él mismo aprobó, formó y confirmó.
Como enseña Juan Andrés Busso: “La paternidad no es una invención eclesiástica: es una figura jurídica y espiritual con validez eterna, porque Dios la estableció, la honró y la usó.” (Frases Paternidad)
Por tanto, si Dios permitió y usó padres ministeriales a lo largo de la historia bíblica, ese precedente nos obliga, no nos permite ignorarlo.
Negarlo sería invalidar el testimonio divino, el patrón apostólico y el modelo generacional revelado.
1. La paternidad tiene su origen en la divinidad.
La Paternidad no es una figura cultural o una invención humana, sino que es una expresión eterna de la esencia misma de Dios. Antes de que existiera cualquier criatura, ya existía el vínculo divino entre el Padre y el Hijo. Así lo declara el apóstol Juan: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1-3). En esta comunión originaria, se nos revela la Paternidad como el principio de todo lo creado.
El apóstol Pablo lo confirma: “Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas” (1 Corintios 8:6), subrayando que Dios es llamado Padre por ser el origen de lo que ha sido traído a la existencia. Así, la figura del Padre no es secundaria ni metafórica, sino fundacional para comprender la naturaleza de la divinidad. Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
Juan Andrés Busso afirma: “La Paternidad es el principio, viene de Dios y comienza con Dios” Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
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2. La divinidad ordena el ejercicio de la paternidad y la comparte con la humanidad.
En un acto asombroso de confianza divina, Dios no se reservó la capacidad de engendrar exclusivamente para sí mismo. A diferencia de los ángeles, a quienes no les fue dada la capacidad de co-crear, el hombre fue creado a imagen y semejanza del Creador (Génesis 1:26), y capacitado para participar con Dios en la generación de vida. El mandato fue claro: "Fructificad y multiplicaos" (Génesis 1:28).
Esto no solo involucra una función biológica, sino una asignación espiritual: ser padres para transferir vida y propósito. “Dios le permite al hombre co-crear con Él […] le otorga la virtud de traer a otro semejante a la existencia, algo que no pueden hacer los ángeles” Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
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3. La paternidad es el medio que Dios diseñó para la multiplicación.
Desde el principio, el mandato divino fue que el hombre, en comunión con Dios, se multiplicara para llenar la Tierra de hijos que reflejen su imagen. Génesis 1:28 establece esta directiva no como una sugerencia, sino como una misión fundacional del hombre: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra".
Busso afirma con fuerza: “La Paternidad era y es el medio para que el plan de Dios se cumpla. […] Si no era padre, la Tierra no se llenaría, el gobierno no se expandiría y el gran plan se habría frustrado” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso. ________________________________________
4. La multiplicación a través de la paternidad es para traer el gobierno divino a la Tierra.
El propósito último de la paternidad no es simplemente la reproducción, sino el establecimiento del Reino de Dios. Dios dijo a Abraham: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18:19). La paternidad en Abraham fue la plataforma para el gobierno de Dios en su descendencia.
Busso señala que “el ejercicio de esa paternidad […] permitiría el establecimiento de su Reino” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
La paternidad bien ejercida no es solo transmisora de vida, sino de mandamiento, instrucción y gobierno. Por tanto, es la estrategia divina para traer Su Reino.
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5. La paternidad humana es para expresión de la divinidad.
La paternidad terrenal no es solo una réplica simbólica, sino una manifestación concreta de la esencia divina. En Efesios 3:14-15, Pablo ora “al Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra”. Este versículo afirma que toda paternidad deriva del modelo eterno.
Busso lo explica con claridad: “La Paternidad no es cualquier enseñanza; la Paternidad es la revelación de la divinidad que se le entrega al hombre para que, a través de ese rol, ejerza el gobierno sobre la Tierra” -Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
Así, cada acto auténtico de paternidad en la Tierra representa al Padre celestial.
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6. Satanás engaña a la mujer y al hombre y mezcla el linaje con su esencia.
La caída no fue solo una desobediencia externa, sino una contaminación interna. Satanás logró introducir su esencia en el hombre mediante el engaño, produciendo una mezcla de linajes. La humanidad, que debía ser portadora de la vida divina, pasó a expresar la vida de un ángel caído. “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis… y vio la mujer que el árbol era bueno para comer… y comió, y dio también a su marido” (Gén. 3:4-6). Esta comunión no solo quebró el mandato, sino que incorporó la palabra de Satanás al corazón humano, generando una raza mezclada con tinieblas. Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
“La mala creencia… se expresaría. Una vez que desobedecieron… sus corazones se llenaron del mal y también de Satanás… quien tenía el propósito de usurparle a Dios la vida humana a través de la cual Él ejercería su gobierno” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
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7. La mezcla de Satanás en la vida humana que tenía la esencia divina es con el fin de usurpar el gobierno o reino de Dios.
El plan de Dios era mezclar su vida con el hombre para gobernar la Tierra (Gén. 1:26-28), pero Satanás imitó esa intención para su propio fin maligno. Al contaminar el linaje humano, Satanás no solo usurpó la vida, sino también la herencia del Reino. Su propósito fue levantar desde la carne un trono que se opusiera al gobierno divino.
“Entonces… Satanás se mezcló en su humanidad, lo que a su vez se transfirió a toda su descendencia… trató de hacer lo mismo que Dios… pero para su propio y malvado fin… Satanás es un usurpador” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
Este hecho confirma que el objetivo del enemigo es desfigurar la imagen de Dios, especialmente en los padres, para así impedir que el Reino se manifieste a través de la paternidad.
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8. La divinidad le pone fin a la humanidad arruinada y salva a Noé para dar un nuevo inicio.
Dios purificó la tierra por medio del diluvio, no como un acto de destrucción sino como un acto de restauración. Noé halló gracia ante los ojos del Señor (Gén. 6:8), y a través de él Dios preservó un linaje no contaminado.
“Dios juzga a la raza para que no se pierda la vida dependiente… De esa purificación, Dios solo pudo quedarse con Noé y su casa… un linaje no mezclado, puro y útil” Guerra de linajes – Juan Andrés Busso.
“Este fue el peor momento… borró a la raza humana de la faz de la Tierra, excepto a Noé y su familia” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
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9. Dios repite su pacto con Noé y su descendencia.
El pacto con Noé fue la reanudación del plan divino de gobierno por medio de la paternidad. Dios no cambió su plan; simplemente lo reinició con un hombre justo.
“He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros” (Gén. 9:9).
“Dios estaba dando un reinicio a través del pacto renovado con Noé y sus descendientes… El principal de esos padres era Noé… expresión y proyección de Dios en la Tierra. Guerra de linajes – Juan Andrés Busso.
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10. Noé arruina en parte su paternidad al maldecir a su descendencia.
Después de haber sido instrumento de salvación, Noé se desenfoca. Su embriaguez y la exposición de su desnudez provocaron una cadena de acontecimientos donde se manifiesta una paternidad dañada que maldice en lugar de bendecir.
“Y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto… Y dijo: Maldito sea Canaán” (Gén. 9:21-25).
“Su error hizo que la autoridad de Dios se volviese cuestionable… Noé, en su falla como padre, desfiguró la imagen del propio Dios” Guerra de linajes – Juan Andrés Busso.
“Noé no se humilló… declaró maldición sobre la casa de uno de sus nietos… a la que debió haber bendecido” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
“No existe justificativo para deshonrar a un padre… pero los errores del padre tampoco lo autorizan a maldecir… la paternidad es demasiado seria como para tratarla livianamente” Guerra de linajes – Juan Andrés Busso.
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11. Dios inicia una nueva casa de fe por medio del llamado a Abraham.
Cuando el hombre se había desviado de su propósito original y la idolatría contaminaba la descendencia, Dios, en su plan eterno, decide comenzar de nuevo por medio de un solo hombre: Abraham. No fue escogido por mérito, sino por gracia soberana. Vivía en una casa idólatra (Josué 24:2), sin embargo, Dios lo llama y le pide salir de su tierra y de la casa de su padre (Génesis 12:1), para iniciar algo completamente nuevo. Este llamado fue el principio de una Casa que portaría su fe, su obediencia y su linaje.
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2–3).
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia” (Hebreos 11:8).
Dios no escogió un linaje perfecto, sino uno dispuesto. Abraham se convierte así en el origen visible de una casa invisible, una casa de fe, cuyo fundamento no era la carne, sino el Espíritu. Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
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12. Abraham obedece y se encamina para ser el padre multiplicador.
La obediencia de Abraham no fue solamente dejar una tierra física, sino desligarse de una paternidad sin propósito (Taré). El llamado no era simplemente territorial, sino esencial: Dios buscaba un hombre que se dejara paternizar por Él, y por eso debió someterse también a Melquisedec, reconociendo una autoridad espiritual superior (Génesis 14:18-20). Fue así como Abraham comenzó a calificar no solo como patriarca, sino como padre del linaje de fe. El que se deja gobernar puede gobernar; el que se deja bendecir puede bendecir.
“Y será tu descendencia como el polvo de la tierra… y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 13:16; 28:14).
“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia… Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham” (Gálatas 3:6-7).
Su obediencia lo separó de la carne y lo habilitó para la multiplicación espiritual. Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
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13. Abraham es tratado por 100 años y se convierte en padre del linaje.
No fue llamado solamente para comenzar, sino para ser formado. El linaje no nace de un impulso emocional, sino de un proceso de trato y transformación. Dios no puede confiar un linaje eterno a un carácter no probado. Por eso, Abraham esperó cien años para ver manifestado el hijo de la promesa (Génesis 21:5), siendo tratado, depurado y fundamentado por la fe (Romanos 4:19-21). Durante ese proceso aprendió que la paternidad no es solo engendrar, sino gobernar, y no desde la carne, sino desde la gracia.
“Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer… Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí…” (Génesis 18:17–19).
Abraham no solo creyó, sino que ejerció un gobierno paternal sustentado por la gracia. Paternidad es el principio – Juan Andrés Busso.
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14. La divinidad se presenta en su tienda para decretar el nacimiento del linaje.
Después del largo tratamiento, cuando ya el cuerpo de Abraham y el vientre de Sara estaban como muertos (Romanos 4:19), la Divinidad misma irrumpe en su tienda para anunciar lo imposible: el nacimiento de un hijo. Esta visita no fue simbólica, fue personal. Jehová y dos ángeles llegaron a su casa (Génesis 18), y le fue revelado el nacimiento de Isaac como decreto celestial. Esto no fue por esfuerzo humano, sino por el fruto de la gracia.
“¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” (Génesis 18:14).
“Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir… porque creyó que era fiel quien lo había prometido” (Hebreos 11:11).
Dios mismo vino a decretar el linaje, porque Abraham estaba listo para ser padre no solo biológico, sino de fe y eterno. Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
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15. La divinidad abre la revelación porque sabe que Abraham ejercería la paternidad.
El punto cúlmine del reconocimiento de Abraham no fue solo que tuviera un hijo, sino que Dios supiera que sería fiel en ejercer su rol de padre y transmitir esa vida a su descendencia. Por eso se le abrió la revelación. Dios dijo claramente: “Porque yo sé que mandará…” (Génesis 18:19). Aquí se revela que el acceso al misterio divino está reservado a los padres verdaderos, los que transfieren, los que gobiernan según el diseño.
“Porque Jehová el Señor no hará nada, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).
“Ya no os llamaré siervos… pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15).
Abraham fue llamado profeta, amigo de Dios y padre de multitudes, y esa apertura de los cielos fue consecuencia directa de su fidelidad. Guerra de linajes – Juan Andrés Busso.
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16. La paternidad de Abraham al llevar su hijo al altar revela con claridad el plan redentor anunciado en Génesis 3:15.
El altar de Abraham no fue solo un acto de obediencia personal, sino un evento profético de la máxima importancia. En Génesis 22, Abraham entrega a Isaac, el hijo de la promesa, en sacrificio, proyectando con exactitud el cumplimiento de la profecía de Génesis 3:15, donde Dios anunció que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente. Aquí, Abraham tipifica al Padre, Isaac al Hijo y el altar la cruz.
“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas... y ofrécelo en holocausto” (Gén. 22:2).
“No me has rehusado tu hijo, tu único” (Gén. 22:12).
“Y se dejó atar al altar” (Gén. 22:9).
“El altar donde Abraham debía poner a su hijo... se confirmaría lo que Dios había jurado en el huerto” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso.
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17. La paternidad de Abraham logra entregar la herencia a un sucesor de la fe y la obediencia, su hijo Isaac.
Abraham no solo fue fiel en engendrar por fe, sino que supo a quién entregar la herencia. No confió sus bienes, ni la bendición, ni el pacto a cualquier hijo, sino a aquel que poseía la vida que depende: Isaac.
“Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac” (Gén. 25:5).
“Y a los hijos de sus concubinas dio dones” (Gén. 25:6).
“Dios consigue a un hombre dependiente que se ocupa de engendrar a otro dependiente y le traspasa la herencia” Paternidad de fe – Juan Andrés Busso.
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18. La fe transferida por la paternidad de Abraham a Isaac logra a un hijo en la fe y en el pacto.
Isaac no fue solo receptor biológico, sino heredero espiritual. Caminó en obediencia, recibió dirección directa de Dios, y experimentó la misma fidelidad que su padre.
“Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto… habita en la tierra que yo te diré… porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras” (Gén. 26:2-5).
“Sembró Isaac… y cosechó… ciento por uno… y fue prosperado” (Gén. 26:12-13).
“Isaac fue un hijo de fe, ya que creyó lo mismo que su padre y se condujo bajo el pacto de él” Guerra de Altares – Juan Andrés Busso
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19. La fe transferida por la paternidad de Abraham logra que su hijo Isaac bendiga a Jacob como la tercera generación y el plan de gobierno divino continúe.
Aunque hubo errores en la elección inicial (Esaú), al final Isaac reconoce la voluntad de Dios y bendice a Jacob con la bendición de Abraham, transfiriendo no solo palabras, sino un destino espiritual.
“Dios omnipotente te bendiga… y te dé la bendición de Abraham” (Gén. 28:3-4).
“Isaac bendijo a Jacob… y le dijo: No tomes mujer de Canaán” (Gén. 28:1).
“Le mandó… y lo envió… para mantener viva la fe de Abraham” Paternidad de fe – Juan Andrés Busso.
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20. El Dios de Abraham e Isaac se revela a Jacob y lo pone bajo el mismo pacto de multiplicación y gobierno.
En Betel, Dios se revela a Jacob como el mismo Dios de sus padres, y le confirma que su linaje portará la bendición y será canal del gobierno de Dios sobre la Tierra.
“Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac… tu descendencia será como el polvo de la tierra… en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gén. 28:13-14).
“Jacob se encuentra personalmente con el Dios de sus padres… se le reveló la casa de Dios, una representación de la casa espiritual, del linaje que llevaría a Dios”
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21. Al igual que con Abraham, Dios trata a Jacob para convertirlo de un padre biológico a un padre de fe.
Corrección: Sin cambios.
Confirmación bíblica:
• Génesis 32:28: “Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.”
• Oseas 12:3-4: “En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel. Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó...”
• Hebreos 11:21: “Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró, apoyado sobre el extremo de su bordón.”
Jacob fue transformado en un hombre que dependía de Dios; su lucha espiritual lo marcó como alguien que ya no gobernaría desde la astucia, sino desde la fe. Esa transformación lo calificó para ejercer una paternidad que bendice, instruye y transfiere herencia espiritual.
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22. La paternidad de Jacob recibe la vida divina que lo convierte en Israel.
Confirmación bíblica:
• Génesis 35:10-11: “Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre… yo soy el Dios Omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti.”
• Génesis 32:26: “Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.”
• Gálatas 6:16: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.”
Al ser renombrado Israel, Jacob dejó de ser un padre natural para convertirse en un patriarca del linaje espiritual. Su nombre fue cambiado por Dios como señal de una vida transformada y de una identidad celestial en la tierra.
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23. Jacob soporta el duro proceso con sus hijos sin maldecir a ninguno y madura para pasar la herencia a sus 12 hijos.
Confirmación bíblica:
• Génesis 49:1-2: “Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los días venideros.”
• Génesis 48:15-16: “Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac... bendiga a estos jóvenes.”
• Hebreos 11:21: “Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José…”
Jacob, a diferencia de Noé, no maldice a sus hijos. Aunque reconoce debilidades y pecados, declara destinos proféticos sobre ellos. Eso muestra que su proceso lo maduró, preparándolo para transferir herencia y establecer un modelo de paternidad en la fe.
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24. La paternidad biológica de Jacob transformada en una paternidad espiritual en Israel destina espiritualmente a sus hijos como el modelo de gobierno divino en la Tierra.
Confirmación bíblica:
• Génesis 49:10: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh…”
• Éxodo 28:21: “Y las piedras serán con los nombres de los hijos de Israel…”
• Apocalipsis 21:12: “Tenía un muro grande y alto con doce puertas… y en las puertas los doce nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.”
La bendición profética de Jacob establece un diseño de gobierno basado en la paternidad espiritual. Las doce tribus representan casas fundadas, no en genética, sino en propósito celestial. Ese modelo se perpetúa hasta la Nueva Jerusalén.
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25. La paternidad de los hijos de Jacob muestra el diseño de gobierno divino a través de los 12 y las casas paternas.
Confirmación bíblica:
• Números 1:4, 16: “Y estará con vosotros un varón de cada tribu, cada uno jefe de la casa de sus padres… Príncipes de las tribus de sus padres, cabezas de millares en Israel.”
• Josué 4:4-5: “Llamó Josué a los doce hombres… uno de cada tribu…”
• Apocalipsis 7:4: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.”
Dios edificó su gobierno en Israel a través de estructuras paternas organizadas por tribus. Las casas de los hijos de Jacob se convirtieron en columnas de autoridad, reflejo de un Reino ordenado sobre la paternidad funcional y espiritual.
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26. La multiplicación de los 12 hijos de Israel como número de gobierno se establece como una nación de Dios a través de Moisés.
Confirmación bíblica:
• Éxodo 1:7: “Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.”
• Éxodo 24:4: “Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová… y erigió doce columnas, conforme a las doce tribus de Israel.”
• Deuteronomio 1:13: “Dadme de entre vosotros hombres sabios y entendidos… y yo los pondré por vuestros jefes.”
La paternidad de Jacob se convierte en nación a través del gobierno espiritual y profético de Moisés. Él organiza a los descendientes de los doce, consolidando la estructura de un pueblo de Dios regido por casas tribales.
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27. A través de Moisés como libertador y legislador, proveniente del linaje de Abraham, el gobierno de Dios se empieza a mostrar como una sombra del plan de gobierno final.
Confirmación bíblica:
• Éxodo 3:6-10: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham… he visto la aflicción de mi pueblo… ven por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón.”
• Hebreos 3:5: “Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir.”
• Deuteronomio 18:15: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”
Moisés tipifica a Cristo como legislador, libertador y mediador del pacto. Su paternidad espiritual hacia el pueblo prefigura el Reino de los cielos que luego sería manifestado por el Hijo.
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28. Con Abraham la divinidad se revela como el Padre que da origen a una casa y como el Padre que entrega a su hijo en sacrificio redentor.
Confirmación bíblica:
• Génesis 22:2: “Toma ahora tu hijo, tu único… y ofrécelo allí en holocausto.”
• Romanos 8:32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…”
• Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito…”
La entrega de Isaac es una representación clara del amor redentor del Padre celestial, quien también ofreció a su Hijo en sacrificio por la redención del mundo. La paternidad de Abraham es sombra de la divina.
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29. Con Isaac la divinidad se revela como el Hijo que se entrega en obediencia al sacrificio total.
Confirmación bíblica:
• Génesis 22:9: “Y lo ató Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña.”
• Filipenses 2:8: “Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte…”
• Hebreos 5:8: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.”
Isaac, al no resistirse, representa a Cristo como Hijo obediente. La obediencia total del Hijo es el fundamento del nuevo pacto.
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30. Con Jacob Dios se revela como el Espíritu que transforma la vida natural, incapaz de expresar la divinidad, en una vida espiritual que introduce la fe y el reino.
Confirmación bíblica:
• Génesis 32:28: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel…”
• Juan 3:6: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”
• Romanos 9:13-16: “Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí… No depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”
Dios trata a Jacob para que deje de ser un hombre carnal y se transforme en una figura espiritual, capaz de expresar su propósito eterno. El Espíritu es quien obra este cambio.
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31. Con Moisés la divinidad revela su carácter libertador y su absoluta separación del mundo (Egipto), de Satanás (Faraón) y de la humanidad (al mostrar Su perfecta Ley).
Confirmación bíblica:
• Éxodo 20:1-2: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”
• Éxodo 7:1-5: “Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto…”
• Romanos 7:12: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.”
Dios, por medio de Moisés, libera, separa, y revela su santidad. La Ley no es un fin, sino un reflejo del carácter perfecto del Dios Padre que está edificando una casa para su nombre.
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32. La paternidad de Moisés da a luz en cuanto al propósito de gobierno a Josué como un tipo del cristiano que debe luchar y poseer la totalidad de Cristo.
Confirmación bíblica:
• Números 27:18-20: “Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él… y pondrás de tu dignidad sobre él.”
• Deuteronomio 34:9: “Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él.”
• Josué 1:2-3: “Mi siervo Moisés ha muerto; levántate… a todo lugar que pisare la planta de vuestro pie os lo he dado…”
La paternidad espiritual de Moisés engendra a Josué no solo como sucesor, sino como portador del propósito de conquista. Josué representa al creyente que debe avanzar hasta poseer la plenitud de Cristo.
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33. A través de las conquistas de Josué y la labor de los jueces el Reino de Dios empieza a mostrarse como un destello del plan final.
Confirmación bíblica:
• Josué 11:23: “Tomó, pues, Josué toda la tierra… y la repartió Josué en herencia… y la tierra descansó de la guerra.”
• Jueces 2:16-18: “Y Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les despojaban.”
• Hebreos 11:32-34: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón… que por fe conquistaron reinos…”
Aunque imperfecto, el período de jueces y conquistas representa una sombra de la toma progresiva del Reino. Dios empieza a gobernar en medio de Su pueblo mediante libertadores ungidos.
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34. Del linaje de Abraham, Dios levanta a David, quien a través de su paternidad y gobierno sobre las 12 tribus nos trae la revelación del gran Rey que un día traería la plenitud del gobierno de Dios a toda la Tierra.
Confirmación bíblica:
• 1 Samuel 16:1,13: “Yo me he provisto de rey entre sus hijos… y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David.”
• 2 Samuel 5:3-5: “Ungieron a David por rey sobre Israel… reinó sobre todo Israel y Judá.”
• Isaías 9:6-7: “El principado sobre su hombro… sobre el trono de David y sobre su reino…”
La paternidad y gobierno de David tipifican el reinado mesiánico de Cristo. David une las tribus, establece orden, y prefigura al Rey eterno cuya venida consolidará el Reino de Dios.
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35. El corazón paternal de David, comprometido con el Reino de Dios, recibe una promesa de la divinidad de que con su linaje el trono llegaría a afirmarse eternamente.
Confirmación bíblica:
• 2 Samuel 7:12-13: “Y afirmaré su reino… y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.”
• Salmo 89:3-4: “Hice pacto con mi escogido… Confirmaré tu descendencia para siempre.”
• Lucas 1:32-33: “El Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará… y su reino no tendrá fin.”
La paternidad de David fue respaldada con una promesa eterna. De su descendencia nacería el Mesías, y su trono no sería interrumpido. Su corazón paternal activó una línea de gobierno indestructible.
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36. De la paternidad y gobierno de Abraham y David, por la obra directa de la divinidad, nace Jesús, quien es el que nos liberta y hace entrar a la casa de Abraham a todos los que en Él creen y le obedecen, nos transforma por la obra de Su Espíritu y trae el Reino.
Confirmación bíblica:
• Mateo 1:1: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.”
• Juan 8:39: “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.”
• Gálatas 3:29: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”
Cristo es la culminación de la paternidad de fe. Él nos introduce en la casa de Abraham no por genealogía, sino por nueva vida. En Él se manifiesta el Reino de forma personal y corporativa.
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37. Por la paternidad de Jesús la Iglesia nace y el Reino se manifiesta en cada creyente.
Confirmación bíblica:
• Juan 1:12-13: “Mas a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
• Mateo 16:18-19: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia… y a ti te daré las llaves del reino…”
• Lucas 17:21: “Porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.”
Jesús no solo es Salvador, sino Padre eterno (Isaías 9:6). Su obra genera hijos espirituales. La Iglesia nace de Su entrega y en cada creyente el Reino se hace presente.
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38. Por la paternidad de Jesús nace un gobierno espiritual a través de los 12 discípulos.
Confirmación bíblica:
• Marcos 3:14: “Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar.”
• Juan 17:18: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”
• Mateo 19:28: “En la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”
Los doce discípulos no son solo seguidores, sino columna de un nuevo gobierno espiritual. Son engendrados, formados y enviados por el Hijo, para establecer una nueva administración del Reino.
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39. De los 12 hijos nacidos de la obra de Cristo y Su Espíritu, los 12 se constituyen en el cimiento de la gran Casa de Dios que gobernaría el mundo.
Confirmación bíblica:
• Efesios 2:20: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.”
• Apocalipsis 21:14: “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.”
• Hechos 1:21-22: “Es necesario, pues, que de estos hombres… uno sea hecho testigo con nosotros de su resurrección.”
El linaje espiritual establecido por Jesús culmina en doce fundamentos apostólicos que son los cimientos eternos de la Casa de Dios: una Iglesia con diseño, linaje y gobierno que trasciende lo humano.
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40. De la paternidad apostólica surge la Iglesia que da a luz la descendencia que completará a la Nueva Jerusalén como el Reino de Dios, ya no sobre los creyentes, sino sobre todas las naciones.
Confirmación bíblica:
• Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…”
• Apocalipsis 21:24-26: “Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella…”
• Romanos 1:5: “Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones…”
La Iglesia apostólica es matriz de pueblos que han de entrar en la Ciudad de Dios. No solo engendra creyentes, sino naciones alineadas al Reino. La Nueva Jerusalén será habitada por los frutos de esta paternidad.
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41. De la paternidad divina que se compartió con la paternidad humana, generación tras generación, la revelación del gobierno de Dios se fue mostrando hasta llegar al control total y eterno.
Confirmación bíblica:
• Salmo 145:13: “Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones.”
• Daniel 2:44: “El Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido… consumirá y destruirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.”
• Apocalipsis 11:15: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”
: El gobierno eterno no es un acto instantáneo, sino una revelación progresiva a través de generaciones fieles. Dios comparte su gobierno con padres en la fe que sostienen Su Reino hasta su manifestación total.
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42. Como conclusión, la paternidad divina cumple su propósito a través de la paternidad humana, y la misma divinidad se revela a través de sus elegidos como el Padre y el Hijo, que, a través de Su Espíritu, concretan la liberación de Satanás y establecen la plenitud de Su Reino.
Confirmación bíblica:
• Juan 17:21-23: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti… para que el mundo conozca que tú me enviaste.”
• Romanos 8:14-17: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios… somos herederos de Dios y coherederos con Cristo…”
• Apocalipsis 12:10-11: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo… y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero…”
La obra del Padre, del Hijo y del Espíritu no termina en redención, sino en gobierno. La victoria sobre Satanás es la antesala del Reino eterno. Los elegidos participan de esta paternidad que gobierna y da herencia.